Guardiola



Quan ets d'un poble petit saps que tot és poquet. Només tens una esglèsia i cap catedral. T'has de conformar amb un equip de segona regional. Hi ha una única llibreria i els llibres s'han de demanar. Tot costa molt i de vegades has de despertar el veí perquè et porti a l'hospital amb el seu cotxe. O et ve l'amic amb una caixa de nectarines que li han sobrat de la collita. Allí tothom truca a la porta. Allí tots ens ajudem. Si arribes a la gran ciutat amb la teva maleteta, la teva boina i les mans a les butxaques pots mirar de canviar el món aplicant esquemes del poble (abans que el món et canvïi a tu). Crec que és el que ha fet el Pep Guardiola. Malgrat les catedrals i les glòries que li han proposat, ell ha continuat sent planer, treballador, digne i vergonyós.

El Tito Vilanova també és de poble. Confio en ell.

Gràcies Guardiola per aquests quatre anys. Benvingut Vilanova.

Carme Solé Vendrell



Estoy sentado en la terraza de un bar, tomando un café sin azúcar. Mi cabeza queda a la altura de esas increíbles piernas largas que conducen a las muchachas altas a mezclarse con la multitud de rambla Catalunya a la captura de celebridades.

Allí, en el paseo, manda Sant Jordi y hay un mercado de famosos que quieren escribir y de escritores que buscan ser famosos. En la carpa de una librería intuyo a María Lapiedra, junto a Almudena Grandes que está al lado de Pasqual Maragall (el pobre mantiene la mirada extraviada, mientras lo guarda Diana, su esposa, con un gorrito de invierno inadecuado en primavera). Ninguno de ellos firma libros. Toda la gloria se la lleva un tal Mario Vaquerizo, al que ataca con flashes una marabunta de gente que se da codazos para alcanzar la gloria de estar cerca de él, lo más pegado posible a esa estupidez.

Eso sucede un poco más allá. Y un poco más allá todavía, firma libros el único enemigo de verdad que tengo en esta vida. Ha escrito una obra sobre un asesinato en los Pirineos de Huesca. Cuentan que es buena, muy a pesar de mi envidia (él forma parte de esa gente que sólo sabe poner zancadillas. Es competitivo y egocéntrico).

Pero eso no me preocupa esa tarde mientras tomo un café frente a un stand de literatura infantil, donde una niña rubia con dos coletas hojea un ejemplar de un libro con tapa verde (no puedo leer el título) que le acaban de comprar sus padres, ajena a esas personas que la esquivan a toda velocidad para sacarse una foto con Mario Vaquerizo o con el autor de esa obra pirenaica. Sobre el rostro de la niña, un cartel en la caseta de libros infantiles anuncia la presencia de la ilustradora Carme Solé Vendrell a media tarde.

No la he visto en mi vida, pero tengo referencias de su trayectoria, de los autores a los que ha dibujado y de su biografía. Allí no hay nadie de su edad firmando obras. Así que permanezco sentado en esa terraza del bar, con paciencia, fumando, en espera de esa mujer que nos dio un golpecito en la espalda, sin conocernos y sin debernos nada, a la mujer de los mares del sur y a mí. Ella quizá no alcance nunca la popularidad de Mario Vaquerizo o de María Lapiedra o del autor de ese libro sobre el crimen de Huesca, pero tuvo un momento de su vida para dedicárselo a dos personas que tenían ilusión y eran invisibles. Seguro que lo ha hecho con más gente, aparte de nosotros (son personas que sólo saben poner facilidades, que no compiten, que son empáticas).

Espero su llegada, mientras mi cabeza queda a la altura de esas increíbles piernas largas que conducen a las muchachas altas a mezclarse con la multitud de rambla Catalunya en busca de famosos, y la niña rubia con coletas ya está en la página final del libro que le acaban de regalar. Luego lo cierra y le pide a su madre que lo meta en su mochila, como si fuera un tesoro.

Capilla



En la tierra de la niebla tengo un dormitorio aéreo (está en la tercera planta), al que han emigrado todos los santos, las vírgenes y los cristos que no han querido en los pisos de abajo. Están expuestos en la cajonera de esa habitación-capilla y los miro mientras me despojo de mi ropa al acostarme (antes de quitarme los calzoncillos les pido que cierren los ojos y ellos asienten con pudor). Hay una Virgen de Montserrat con su bebé negro, una Virgen del Pilar con su bebé blanco, un Niño Jesús ennegrecido porque lo tuvieron los cuatro años de la Guerra Civil escondido a la intemperie de un tejado y un crucifijo severo sobre mi cabeza que un día me va a dar un disgusto si se cansa de aguantarse en la pared.

Como en ese dormitorio no hay nadie más que ellos y yo, a menudo les cuento mi día: "Hoy he salido al campo y el sol me ha puesto la nariz roja, como si regresara de tomar tres rondas de carajillos en el bar de Cisco. Se estaba bien allí, mirando el agua del canal en la que apenas flotaban ramas, mientras el viento arrastraba una hoja seca de platanero sobre un campo llano preñado de cereales. Me preguntaba por qué no se electrocutaba esa tórtola posada en el tendido eléctrico, encima de mi cabeza. Las flores en los frutales anunciaban la llegada del buen tiempo y, frente a una casita prefabricada, seis ancianos bebían un refresco en mangas de camisa. Tenían las narices rojas, como si regresaran de tomar tres rondas de carajillos en el bar de Cisco, y me han saludado mientras andaba por el camino de Duran. Hoy ha sido un día pacífico, pero mañana llega el ruido y la furia con mis sobrinos".

Entonces me acuesto porque ese domingo será un día extenso e iremos a comer a un castillo para celebrar temas pendientes. Comeremos caracoles y carne a la brasa y soplaremos velas. Iré a la cocina para pedir pan seco para los patos del estanque con el pequeño Hayden y el pequeño faraón Nil a mi estela, después de que mi padre riña a mi madre porque el próximo año celebran sus bodas de oro y ella se preguntará si seguirán vivos, cuando están estupendos.

El sargento Hayden pagará la cuenta, tan serio, tan alto, tan protector, en el mostrador. Será a media tarde. Todavía hará sol. El pequeño faraón Nil le dirá a su padre que saque su pelota del Barça del maletero del coche. Buscaremos un prado. Los niños comenzarán a perseguir el balón. Los mayores pediremos permiso para jugar (no sabremos limitarnos a ser meros espectadores). En el equipo rival, mi hermana hará de portera (hasta que su hijo mayor no comenzó a jugar a fútbol, no sabía ni que era un saque de esquina. Ahora es una hooligan de los campos de cemento), mi padre ejercerá de defensa y mi cuñado de delantero. En mi equipo, yo seré el portero, el faraón Nil hará de defensa y el pequeño Hayden de delantero. La señora Sofía y la madre del sargento Hayden estarán sentadas en una sombra bajo un nogal enorme. Ejercerán de cheerleaders y nos animarán más a nosotros que al equipo contrario. A su lado, el ángel Melahel llevará una gorrita con visera para resguardarse de la solana.

Mi padre pondrá el culo para defender una pelota, mientras el faraón Nil lo coserá a patadas (todavía es torpe a sus seis años) intentando robársela y el tenista se partirá de la risa, procurando ser eterno (no et moris mai, perquè ens fa falta el teu optimisme). Será la imagen con la que me quedaré de ese día que será mañana.

Por la noche se la contaré a la Virgen de Montserrat con su bebé negro, a la Virgen del Pilar con su bebé blanco, al Niño Jesús ennegrecido porque lo tuvieron los cuatro años de la Guerra Civil escondido a la intemperie de un tejado y al crucifijo severo sobre mi cabeza que un día me va a dar un disgusto si se cansa de aguantarse en la pared.

Parezco Almodóvar.

PD: Ganamos nosotros 10 a 8. El faraón Nil todavía lo celebra. El pequeño Hayden le dio menos importancia. Él juega ligas de verdad.

Parchís para los días de lluvia



Un tablero de parchís nos separa a ambos lados de una mesa. Los dos apoyamos las mandíbulas cerradas sobre el dorso de nuestras manos. Estamos concentrados buscando la victoria final en ese duelo de titanes. Me mira muy serio y luego se le escapa la risa. "Després mirarem Gormitis?" Ha elegido las fichas amarillas y encima ha anclado los cromos de Messi, Iniesta, Xavi y Piqué en ese juego del parchís del Barça. A mí me ha dejado a Busquets, Valdés, Puyol y Alves, que he puesto sobre mis fichas rojas.

En la ventana llueve y él acaricia su mentón etíope pensando si deshacer esa barrera o perseguir mi pobre ficha acorralada con ese seis que ha sacado. Opta por perseguirme (aunque yo diría que está obligado a destruir la barrera, pero le dejo hacer trampas -apenas ha cumplido seis años). Le queda sacar un dos para mandarme a casa.

Me toca mover pieza. Y acaricio mi mandíbula por afeitar mientras decido qué hacer con ese pobre uno que ha salido en el dado.

El pequeño faraón Nil me ganó al parchís el lunes, el martes y el miércoles. Sin contemplaciones. Luego guardaba el tablero y me obligaba a mirar dos capítulos de Doraemon, uno de Tom y Jerry y otro de Gormitis en la tele. Lo hacía con esos ojos enormes. La segunda mañana le dije: "T'assembles molt a un jugador de futbol que es diu Patrick Kluivert". "De veritat, tio?". "Sí, de veritat". "I juga al Barça?". "Hi havia jugat".

En la ventana llovía y en el mundo sólo estábamos nosotros dos, mirando dibujos animados en la pantalla de la tele, mientras yo lo guardaba y él enterraba sus pies bajo mi culo en el sofá.

La cobra del Veí de Dalt

El Veí de Dalt fa dies que està inquiet pel sopar que ha/han programat pel dia catorze d'aquest mes. Vol que tot surti bé, que la gent se senti a gust, que en neixin noves amistats... Serà un excel.lent amfitrió, n'estic segur. Però no en té prou. Per això, fa dies que assaja un petit espectacle que farà per a tots vosaltres quan esteu asseguts a taula abans del primer plat.

La setmana passada em va demanar que anés a casa seva. Em va oferir una butaca força còmoda del seu saló de vuitanta metres quadrats. Es va posar en una cantonada, es va treure un mitjó i va començar aquesta funció que vaig gravar amb la meva petita Canon, mentre jo picava olives i patates xips que ell m'havia regalat en dos platets.

El dia catorze en tindreu una versió millorada. Mentrestant, gaudiu del primer assaig amb públic (jo).



PD: Aquest post forma part de la iniciativa "va de riure!" de la Gerònima (no sé si el text lliga amb la teva idea de fer riure o somriure).
PD2: Espero que el proper catorze d'abril li demaneu totes i tots al Veí de Dalt que us canti la "Cobra taka-taka" amb els vostres braços aixecats i remenant-los a l'aire. Ell us ho agrairà. També a mi :-)
PD3: Jo ric amb el Veí. No me'n ric d'ell. Som nascuts el mateix dia, del mateix mes, de gairebé el mateix any (no desvestllaré qui dels dos és més dinosaure) i això ens fa propers.